Empresas que enamoran.

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Por: Coach y Psic. Cenobio Pérez Vega, Gerente Worken.

El mundo ha cambiado más en los últimos 50 años que en las cinco generaciones anteriores, y este fenómeno no es exclusivo de un área o sector. El cambio ha afectado a todos los ámbitos humanos a nivel global.

En mi juventud, no salía de viaje sin comprobar que llevaba mis artículos personales de limpieza; hoy lo primero que valido es que lleve conmigo los cables y dispositivos necesarios para seguir conectado con el mundo y ser competitivo. En el caso de las empresas, para ser competentes deben aportar a los mercados un valor agregado a sus productos y servicios, y sobre todo, hacer que las conversaciones y acciones que se generan dentro de ella coincidan de manera espontánea y apasionada con la visión empresarial. Dicho de otra forma, deben “enamorar a sus colaboradores”. Esto va mas allá de una simple frase soñadora, romántica o filosófica, y se ha convertido en una necesidad imperiosa en un entorno cada vez más globalizado y despersonalizado.

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Enamorar a los colaboradores es buscar que cada empleado sea un aporte fundamental gracias a conductas comunes. Es basar la ventaja competitiva de una organización en su gente. Suena simple, pero es más complicado de lo que parece, y para lograrlo no basta quedarnos solo en la etapa de “enamoramiento”, hay que ser capaces de traspasar esa barrera ilusoria de los primeros momentos y hacer que el sentimiento perdure alcanzando resultados y satisfacciones mutuas. Citando a Erich Fromm en El arte de amar, “esta habilidad debe ser practicada y perfeccionada”.

La figura del Líder de Equipo es determinante, ya que en ella recae la responsabilidad para que el amor florezca y sea productivo. Para lograrlo debe abandonar la función de capataz, propia de épocas coloniales, y transformarse en un verdadero coach, capaz de desarrollar personas, delegar tareas e inspirar a su equipo de trabajo. Deberíamos evaluar a un líder por su aptitud para transformar personas en sujetos pensantes y no por lograr objetivos o por su popularidad.

Parece que las organizaciones parafrasean el discurso político, donde las palabras no concuerdan con las acciones. Recordemos que los valores y objetivos de una organización no son los que se declaran sino los que viven día a día la gente que la conforma.

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